martes, 4 de octubre de 2011

Texto

Vivir con, vivir sin 


     Francisco siempre había llevado una vida tranquila, alejándose de los riesgos y de la sociedad donde vivía y encerrándose en un mundo centrado en el futuro. Era un hombre solitario y a pesar de haber mantenido relaciones cortas, destacaba su soltería. Sin embargo, a sus 44 años, tras varias pruebas clínicas le detectan una enfermedad prácticamente sin posibilidad de cura.

   El médico le aconsejó descanso a lo largo del tratamiento, pero él tras pensar en lo que le estaba ocurriendo decide vivir la vida que no había vivido por centrarse en el futuro. Así, viaja, deja de lado el sedentarismo que siempre le había acompañado, hace todo tipo de ejercicio (spining, yoga...) y compra todo lujo que siempre había deseado sin importarle el precio.

   Pasado un tiempo, uno como tantos de los días en los que iba al tratamiento conoció a una mujer de unos 30 años llamada Celia. El amor llamó a sus puertas. Y fue eso, el amor, lo que poco a poco fue cambiando la manera de pensar de Francisco. Empezó a imaginar una vida con ella donde el futuro recobraba la importancia lentamente. Cuidarse, ahorrar dinero para futuras compras importantes... pasaron a formar parte de sus actividades cotidianas.

   Pero llegado a un punto, la salud de Francisco no era nada buena. Le quedaba poco tiempo y debido a ello y al amor que unía a ambos, entraron en una fuerte discusión: ella no quería seguir viviendo sin la existencia de él.

   Acabada la discusión pero no el problema, cada uno se adentró en una profunda reflexión. Él pensando en la muerte y lo que le deparaba. Ella si seguir con vida y sin él, o acompañarle para siempre.


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